* Extractos de la entrevista realizada por Thomas Goubin en Guadalajara que se puede leer en el sitio web de So Foot
'Si hablamos de fútbol y literatura, Eduardo Sacheri, 46 años de edad, es el hombre del momento en América Latina. En su última novela, "Papeles en el viento" (no traducida en Francia), un grupo de hombres de mediana edad se reúnen en las afueras de Buenos Aires tratando de vender a un jugador cuya carrera prometía mucho pero va en caída libre para asegurar el futuro de la hija de un amigo que murió de cáncer. El fútbol empapa muchos cuentos Sacheri y sus novelas también, con la excepción de la obra ‘El Secreto de sus ojos’ cuya adaptación a la pantalla grande fue ganadora de un Oscar (2010). Escritor de pluma sobria pero que no carece de humor, Sacheri también actúa como profesor de historia, colaborador de la revista El Grafico y además mantiene una tumultuosa relación con su amado Independiente.
¿La difícil situación de Independiente es lo que inspiró trama de Papeles en el Viento su última novela?
Sucede que me gusta hablar de fútbol en mis libros, pero normalmente no lo hago de mi propio equipo. Esta vez, como ya comenté en el contexto de pérdida, dolor, de derrota, parecía apropiado utilizar como recurso narrativo la situación de Independiente. En Argentina, hay un código no escrito de que usted no tiene que hablar de su equipo si atraviesa un buen momento. Pero cuando su equipo está pasando por un mal momento, usted tiene el derecho a quejarse, a dolerse. Insertar la situación de Independiente en Papeles en el Viento me permitió exteriorizar mi propia ansiedad, compartirla.
"Cuando tu equipo anda mal, se ve el mundo con una mayor perspectiva de futuro", dice uno de los personajes en Papeles en el Viento. ¿Usted podría hacer suyo ese discurso?
Sí, pero esta tendencia va más allá del fútbol. Cuando usted se encuentra pasando por un mal momento su sentido crítico se agudiza y su visión de la vida es más justa, más certera. Por el contrario, cuando las cosas le van bien uno es demasiado amable consigo mismo. El fútbol te enseña que se pierde la mayor parte del tiempo, pero que a pesar de eso no puedes o debes dejar de jugar. Y las pocas veces que ganas, es difícil. En general, los fans no pueden evitar hacer paralelismos entre su propia situación y la de su equipo. Tenemos la tendencia a humanizar nuestro equipo y de idealizarlo. Nosotros le amamos y hay menos defectos que los que le encontramos a la gente real. Con su familia, con su pareja, uno puede experimentar situaciones de ruptura. Con su equipo, no. Es como tener una relación con una persona que se idealiza lo largo de nuestras vidas. Es una relación muy poco saludable (risas).
Papeles en el Viento se centra en un tema raramente explorado tras bambalinas que es el de las transferencias de jugadores. ¿Por qué esta elección?
De hecho, es el conflicto entre los dos aspectos del fútbol que me interesan. Por un lado: el juego, los hinchas que aman a su equipo, el análisis técnico de los jugadores. La parte más sana del fútbol. En el otro lado: el fútbol como el comercio, como gran empresa capitalista, donde los distintos engranajes de la maquina se mueven tras la lógica del lucro, lo que envuelve a jugadores, directivos y periodistas. Dos mundos completamente separados, pero parcialmente conectados, sin embargo. Porque si no existieran los hinchas que apoyan al club este negocio no puede prosperar. Detrás de las transferencias de jugadores todo es tan confuso, oscuro, con un tinte de mafia, ilegal, incluso para Mario Juan Bautista Pittilanga, mi personaje, que juega en la tercera división. En Papeles en el Viento, mis personajes vienen de la parte sana de fútbol, pero se ven obligados a aterrizar en el otro lado, a entrar en este territorio hostil. Quieren obtener algo y luego retirarse de ese ambiente, no instalarse allí.
El dinero sucio, la corrupción que rodea al fútbol ¿nunca ha afectado su pasión?
No, y ello habla muy mal de mí (risas). Para un hincha la respuesta a estas prácticas poco éticas posiblemente debiese ser el perder interés en el fútbol. Pero hay algo atávico, algo primitivo que te detiene. Personalmente, estoy muy preocupado por la situación de Independiente y sé bien que básicamente los jugadores, entrenadores, dirigencia, periodistas e incluso la barras bravas todos defienden sus propios intereses, que a menudo no tienen mucho que ver con los de la hinchada. Pero no puedo dejar de emocionarse. El hambre en el mundo es un problema que me preocupa pero ahora mismo lo que me ocupa es la lucha de Independiente por evitar el descenso y mantenerse en primera división.
Sus personajes se sienten dueños de Independiente. ¿Es este un sentimiento legítimo entre los hinchas?
Creo que sí. Especialmente en Argentina, los clubes son sociedades sin fines de lucro, donde los socios eligen al presidente. Esto es paradójico, ya que estos clubes manejan millones de dólares, pero se manejan oficialmente como una pequeña comunidad de socios. Es un anacronismo romántico que todavía me inspira. Me encanta ser socio de Independiente, elegir al presidente cada tres años y sentir que esa parte del mundo es mía.
¿Cómo fan de Independiente a usted que le inspira Bochini?
Para mí, es el ídolo supremo. No sólo porque jugó bien, sino porque ha pasado toda su carrera en mi club. Él jugó maravillosamente y ganó un montón de títulos. Tampoco sé muy bien porque nuestro estadio no lleva el nombre de Bochini. En mi opinión la manera en que se desenvolvía en la cancha era maravillosa. En sus inicios, Bochini fue un delantero dinámico con buen dribbling y un ritmo vertiginoso jugando como ‘9’ retrasado y con el paso de los años, se convirtió en el estratega, su cerebro y visión de juego abarcaron toda la cancha. Una bella evolución.'
Traducido por @RaulVB